domingo, 3 de febrero de 2013

El Gaucho Martin Fierro Capitulo 5:


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 5:
    Yo andaba desesperao,
    aguardando una ocasión
    que los indios un malón
    nos dieran, y entre el estrago
    hacérmeles cimarrón
    y volverme pa mi pago.

    Aquello no era servicio
    ni defender la frontera;
    aquello era ratonera
    en que sólo gana el juerte:
    era jugar a la suerte
    con una taba culera.

    Allí tuito va al revés;
    los milicos son los piones,
    y andan en las poblaciones
    emprestaos pa trabajar;
    los rejuntan pa peliar
    cundo entran indios ladrones.

    Yo he visto en esa milonga
    muchos Jefes con estancia,
    y piones en abundancia,
    y majadas y rodeos;
    he visto negocios feos
    a pesar de mi inorancia.

    Y colijo que no quieren
    la barunda componer;
    para eso no ha de tener,
    el Jefe que esté de estable,
    mas que su poncho y su sable,
    su caballo y su deber.

    Ansina, pues, conociendo
    que aquel mal no tiene cura,
    que tal vez mi sepoltura
    si me quedo iba a encontrar,
    pensé mandarme mudar
    como cosa más sigura.

    Y pa mejor, una noche
    ¡que estaquiada me pegaron!
    casi me descoyuntaron
    por motivo de una gresca:
    ¡ahijuna, si me estiraron
    lo mesmo que guasca fresca!

    Jamás me puedo olvidar
    lo que esa vez me pasó;
    dentrando una noche yo
    al fortín, un enganchao,
    que estaba medio mamao,
    allí me desconoció.

    Era un gringo tan bozal,
    que nada se le entendía,
    ¡quién sabe de ande sería!
    tal vez no juera cristiano,
    pues lo único que decía
    es que era pa-po-litano.

    Estaba de centinela
    y por causa del peludo
    verme más claro no pudo,
    y esa jué la culpa toda:
    el bruto se asustó al ñudo
    y fí el pavo de la boda.

    Cuando me vido acercar:
    -quien vivore...?- preguntó;
    -que viboras?-, dije yo.
    -¡Ha garto!-, me pegó el grito,
    y yo dije despacito:
    -¡mas lagarto seras vos!-

    Ahi no más, ¡Cristo me valga!,
    rastrillar el jusil siento:
    me agaché, y en el momento
    el bruto me largó un chumbo;
    mamao, me tiró sin rumbo,
    que si no, no cuento el cuento.

    Por de contao, con el tiro
    se alborotó el avispero;
    los Oficiales salieron
    y se empezo la junción;
    quedo en su puesto el nación,
    y yo fí al estaquiadero.

    Entre cuatro bayonetas
    me tendieron en el suelo;
    vino el mayor medio en pedo
    y allí se puso a gritar:
    -¡pícaro, te he de enseñar
    andar reclamando sueldos!-

    De las manos y las patas
    me ataron cuatro cinchones;
    les aguanté los tirones
    sin que ni un !ay! se me oyera,
    y al gringo la noche entera
    lo harté con mis maldiciones.

    Yo no sé porqué el gobierno
    nos manda aquí a la frontera
    gringada que ni siquiera
    se sabe atracar a un pingo.
    ¡si creerá al mandar un gringo
    que nos manda alguna fiera!

    No hacen más que dar trabajo,
    pues no saben ni ensillar;
    no sirven ni pa carniar:
    y yo he visto muchas veces
    que ni voltiadas las reses
    se les querían arrimar.

    Y lo pasan sus mercedes
    lengüetiando pico a pico
    hasta que viene un milico
    a servirles al asao...
    y eso sí, en lo delicaos,
    parecen hijos de rico.

    Si hay calor, ya no son gente;
    si yela, todos tiritan;
    si usté no les da, no pitan
    por no gastar en tabaco,
    y cuando pescan un naco
    uno al otro se lo quitan.

    Cuando llueve se acoquinan
    como perro que oye truenos.
    ¡Que diablos!, sólo son güenos
    pa vivir entre maricas,
    y nunca se andan con chicas
    para alzar ponchos ajenos.

    Pa vichar son como ciegos;
    no hay ejemplo de que entiendan,
    ni hay uno solo que aprienda,
    al ver un bulto que cruza,
    a saber si es avestruza,
    o si es jinete, o hacienda.

    Si salen a perseguir
    después de mucho aparato,
    tuitos se pelan al rato
    y va quedando el tendal:
    esto es como en un nidal
    echarle güevos a un gato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario