domingo, 3 de febrero de 2013

El Gaucho Martin Fierro Capitulo 6:


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 6:
    Vamos dentrando recién
    a la parte mas sentida,
    aunque es todita mi vida
    de males una cadena:
    a cada alma dolorida
    le gusta cantar sus penas.

    Se empezó en aquel entonces
    a rejuntar caballada,
    y riunir la milicada
    teniendola en el cantón,
    para una despedición
    a sorprender a la indiada.

    Nos anunciaban que iríamos
    sin carretas ni bagajes
    a golpiar a los salvajes
    en sus mesmas tolderías;
    que a la güelta pagarían
    licenciándolo al gauchaje;

    Que en esta despedición
    tuviéramos la esperanza;
    que iba a venir sin tardanza,
    según el Jefe contó,
    un menistro o que se yo...
    que le llamaban don Ganza;

    Que iba a riunir el ejército
    y tuitos los batallones,
    y que traiba unos cañones
    con más rayas que un cotín;
    !pucha!... Las conversasiones
    por allá no tenian fín.

    Pero esas trampas no enriedan
    a los zorros de mi laya;
    que esa Ganza venga o vaya,
    poco le importa a un matrero.
    yo también deje las rayas...
    en los libros del pulpero.

    Nunca juí gaucho dormido;
    siempre pronto, siempre listo,
    yo soy un hombre, !que Cristo!,
    que nada me ha acobardao,
    y siempre salí parao
    en los trances que me he visto.

    Dende chiquito gané
    la vida con mi trabajo,
    y aunque siempre estuve abajo
    y no sé lo que es subir
    tambien el mucho sufrir
    suele cansarnos, !barajo!

    En medio de mi inorancia
    conozco que nada valgo:
    soy la liebre o soy el galgo
    asigún los tiempos andan;
    pero también los que mandan
    debieran cuidarnos algo.

    Una noche que riunidos
    estaban en la carpeta
    empinando una limeta
    el Jefe y el Juez de Paz,
    yo no quise aguardar más,
    y me hice humo en un sotreta.

    Me parece el campo orégano
    dende que libre me veo;
    donde me lleva el deseo
    allí mis pasos dirijo,
    y hasta en las sombras de fijo
    que donde quiera rumbeo.

    Entro y salgo del peligro
    sin que me espante el estrago,
    no aflojo al primer amago
    ni jamás fí gaucho lerdo:
    soy pa rumbiar como el cerdo,
    y pronto caí a mi pago.

    Volvía al cabo de tres años
    de tanto sufrir al ñudo
    resertor, pobre y desnudo,
    a procurar suerte nueva;
    y lo mesmo que el peludo
    enderecé pa mi cueva.

    No hallé ni rastro del rancho:
    !solo estaba la tapera!
    !por cristo si aquello era
    pa enlutar el corazón!
    !yo juré en esa ocasión
    ser mas malo que una fiera!

    !Quien no sentirá lo mesmo
    cuando ansí padece tanto!
    puedo asigurar que el llanto
    como una mujer largué:
    !Ay, mi Dios: si me quedé
    mas triste que Jueves Santo!

    Sólo se oiban los aullidos
    de un gato que se salvó;
    el pobre se guareció
    cerca, en una vizcachera:
    venía como si supiera
    que estaba de güelta yo.

    Al dirme dejé la hacienda
    que era todito mi haber;
    pronto debíamos volver,
    sigún el Juez prometía,
    y hasta entonces cuidaria
    de los bienes, la mujer.
    ...............................

    Después me contó un vecino
    que el campo se lo pidieron;
    la hacienda se la vendieron
    pa pagar arrendamientos,
    y que sé yó cuantos cuentos;
    pero todo lo fundieron.

    Los pobrecitos muchachos,
    entre tantas afliciones,
    se conchabaron de piones;
    !más que iban a trabajar,
    si eran como los pichones
    sin acabar de emplumar!

    Por ahi andarán sufriendo
    de nuestra suerte el rigor:
    me han contao que el mayor
    nunca dejaba a su hermano;
    puede ser que algún cristiano
    los recoja por favor.

    !Y la pobre mi mujer,
    dios sabe cuánto sufrió!
    me dicen que se voló
    con no sé qué gavilán:
    sin duda a buscar el pan
    que no podía darle yo.

    No es raro que a uno le falte
    lo que a algún otro le sobre
    si no le quedó ni un cobre
    sino de hijos un enjambre.
    que más iba a hacer la pobre
    para no morirse de hambre?

    !Tal vez no te vuelva a ver,
    prienda de mi corazón!
    dios te de su proteción
    ya que no me la dió a mí,
    y a mis hijos dende aquí
    les hecho mi bendición.

    Como hijitos de la cuna
    andarán por ahi sin madre;
    ya se quedaron sin padre,
    y ansí la suerte los deja
    sin naides que los proteja
    y sin perro que les ladre.

    Los pobrecitos tal vez
    no tengan ande abrigarse,
    ni ramada ande ganarse,
    ni rincón ande meterse,
    ni camisa que ponerse,
    ni poncho con que taparse.

    Tal vez los verán sufrir
    sin tenerles compasión;
    puede que alguna ocasión,
    aunque los vean tiritando,
    los echen de algún jogón
    pa que no estén estorbando.

    Y al verse ansina espantaos
    como se espanta a los perros,
    irán los hijos de Fierro,
    con la cola entre las piernas,
    a buscar almas mas tiernas
    o esconderse en algún cerro.

    Mas también en este juego
    voy a pedir mi bolada;
    a naides le debo nada,
    ni pido cuartel ni doy:
    y ninguno dende hoy
    ha de llevarme en la armada.

    Yo he sido manso primero,
    y seré gaucho matrero;
    en mi triste circunstancia,
    aunque es mi mal tan projundo,
    nací y me he criado en estancia.
    pero ya conozco el mundo.

    Ya les conozco sus mañas,
    le conozco sus cucañas;
    sé como hacen la partida,
    la enriedan y la manejan;
    deshaceré la madeja
    aunque me cueste la vida.

    Y aguante el que no se anime
    a meterse en tanto engorro
    o si no aprétese el gorro
    y para otra tierra emigre;
    pero yo ando como el tigre
    que le roban los cachorros.

    Aunque muchos creen que el gaucho
    tiene alma de reyuno,
    no se encontrará a ninguno
    que no le dueblen las penas;
    mas no debe aflojar uno
    mientras hay sangre en las venas.
    Página del Martin Fierro
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